“Se necesita una botella que tenga llena sus tres cuartas partes con agua, tres dientes de ajo, pequeño mechón de pelo (de la persona que realiza el encantamiento) y siete agujas de coser. Con la botella cerrada y agarrada con la mano derecha se repite tres veces la siguiente oración: “Todo el mal que llega hacia mí, volverá para atrás. Seré libre de amar a quien yo quiera.”
Luego se coloca la botella de vidrio en la hornalla de la cocina y se enciende el fuego, se cierra bien la puerta de la cocina y se sale para afuera de ella un tiempo hasta que la botella explota. Sucedido esto se entra nuevamente a la cocina y se apaga el fuego y se juntan todos los elementos dispersos, se colocan en una bolsa de basura y se sacan rápidamente fuera de la casa.
Supuestamente este hechizo elimina toda influencia de otras personas que quieren dominar sus emociones y sentimientos, y garantiza que esa persona no podrá molestar nuevamente.”
-Encontré la receta de este contra hechizo con botella, dentro de una botella, precisamente. Cómo un mensaje.
-Message in a bottle- añadí con la innecesariedad que me caracteriza.
- Podrías probarlo con lo de Marion. Lo firma Axati , legendaria hechicera de un país muy antiguo, mágico y luchador. Es curioso la cantidad de cosas si que te puedes encontrar por Mansheon si caminas con el ánimo atento. Aunque lo de caminar , en mi caso, -dijo Cooper, desde su silla- sí que sería un encuentro afortunado.
-Tienes razón, Ben- admití- Con ser una mansión mágica, un mundo aparte en el que priva la Fantasía, las cosas, los datos, las personas, las relaciones y hasta los cuadros son tan reales como las que uno encuentra en su propio hogar.
-Ahora voy a decir una frase que merecería ser tuya , Liam. “Es que esta fantasía está empezando a ser nuestro hogar” No digas que no…es un juego con las palabras anteriores y a ti te encanta jugar con las palabras.
-Es el juego más inteligente. No habiendo una mujer a mano, claro.
-Claro- admitió él incluso- Ese otro es el juego mayor. Pero, hablando de juegos, mujeres y fantasías…¿Fantaseas con la Albrich?
A él se lo iba a contar. Tenía una semi consciente idea de lo de mis transformaciones nocturnas en azabache gato, pero aún dudaba en si considerar aquello como algo real o, por el contrario, un sueño. No quería, por otro lado, desairar a mi amigo, porque me había hecho una pregunta, así que respondí como suelo hacer a todo el que me hace una pregunta que no quiero responder
-A ti te lo voy a contar…
Y él contestó como hace todo aquel que recibe ese tipo de respuesta…
-¡Ah, que es verdad! ¡¡Las tienes!!
-¿Por qué dejas de querer meterte, como incómodo voyeur, a mis fantasías y vuelves al vudú?
-¿Vudú?
-Vudú!
-Vudú s, on va a la war, chi sa quand reviendra- respondió Benjamin en lamentable macedonia idiomática.
-Nunca me gustaron tus chistes- dije, mientras se retorcía ante la propia gansada- Dijiste que lo de Marion y su inquebrantable, magnética sumisión al Conde te parecía el fruto de una antiquísima y poderosa forma de vudú. Y me diste a entender que conocías algún antídoto contra ello.
Benjamin Cooper me miró con repentina y triste seriedad.
-Más tarde, quizá…Tengo que bucear en mis libros y legajos. Yo, lo que haría ahora es lo que te he dicho: Darle cancha a la Fantasía. Ninguna otra potencia, sino ella, es la que te ha hecho encontrar ese mensaje en la botella. Y este pareado impremeditado que en mi última frase se desliza no nos conduce más que a la reacción que ante ello tendría cualquier persona racional que se precie de ello.
-¿Y que es?
-Seguir el camino del azar. A la única conclusión que al final de sus razonamientos llega el hombre estudioso es que la vida es puro azar. Así que, seamos azarosos en la medida que podamos. Consigue un mechón de pelo de Marion, unos dientes de ajo, y adelante con el experimento. La misma botella en donde encontraste la receta servirá. Sigue esa autovía de siete carriles que va desde el Azar hasta la Fantasía, al menos durante unos kilómetros…hasta que explote la botella. Si no obtienes resultado, toma el primer cambio de sentido y vuelve a donde perteneces.
Atacó esa melodía con su guillespiana trompeta y, por ende, nada más dijo. Bajo el sonido de la notable interpretación yo seguía pensando que, después de todo, más que vudú o cualquier otro tipo de encantamiento, el indestructible, enigmático enlace que había entre Keridil, el conde y Arthur y Marion, sus sirvientes tenía que ver con algo genético y familiar. Pero, en cualquier caso, sí, de acuerdo, iba a intentar conseguir un mechón de pelo de Marion. “Cuando no tienes pista que seguir, sigue al azar “esa era la conclusión que yo había sacado, que soy muy de sacarlas siempre, de nuestra conversación. Y, por mucho que la esplénda música de Benjamin Cooper sugiriese una bandada de domesticados decibelios volando hacia el ocaso, yo no iba a dejar que los pájaros de mi mente piasen más de la cuenta. Conseguiría del modo que fuera, aquel mechón. Iba a empezar a moverme de una vez hacia la lógica en aquel mundo de fantasía en el que, curiosamente, todo parecía estar también un poco cogido por los pelos.
Ritman
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