Atrapada en un lugar del espacio-tiempo indeterminado, la mansión —cuyos habitantes no pueden abandonarla pues han sido seducidos por ella —, puede despertar en cualquier lugar o época de un modo imprecedible. Eso lo decide la pluma del escritor o escritora que se aloje en Mhanseon. Pero… ¿quién vive en la mansión? Pasa y lo comprobarás.

11 de junio de 2012

Encuentros por Luisa Grajalva


Ilustración de Paul Delvaux

     El mundo suele pensar que la noche ha sido hecha para dormir, pero en Mhanseon las cosas son distintas. En sus jardines puede verse un caballo que galopa desbocado o a una estatua bajar de su pedestal y sentarse a conversar en algún rincón con Marion. También, un reflejo de luna fugitivo que trata de ocultarse detrás de cada árbol. Y una rosa de extraordinaria belleza que desaparece bajo tierra si nos acercamos mucho a ella. Incluso, en noches claras, una hermosa joven, vestida de rojo, invita a acompañarla con la hipnótica cadencia de su voz y una extraña frase repetida: Ven conmigo hacia ti, ven conmigo hacia donde vas a encontrarte...

Aunque Victoria suele vestirse de novia sólo para caminar bajo la lluvia, en esta noche cálida se ha puesto el preferido de los cuatro vestidos nupciales que guarda en su armario, y se ha mirado largamente ante el espejo antes de dirigirse, despacio, como si desfilara ante las miradas de sus invitados, al rincón más alejado del jardín. Con el paso de quien presiente que, exactamente en esa noche y a esa hora, su cita es con un destino largamente postergado. 

En el banco de una pequeña pérgola, casi oculta por fragantes enredaderas de dama de noche, un hombre la está esperando. Al verla llegar, se pone en pie. Victoria se acerca a él sin apresurarse, manteniendo su paso de novia y visiblemente emocionada. Cuando llega a su altura, el hombre acaricia su rostro, humedecido por las lágrimas, y, tomando sus manos, la invita a sentarse junto a él.

- Ya estoy aquí, Victoria

- No he hecho otra cosa que buscarte, otra cosa que necesitarte durante toda mi vida.

- ¿Eso es lo que crees?

- Creo que mi destino está unido al tuyo, que únicamente tú podrás comprenderme. Siempre te he admirado y he deseado saber cómo llevabas a cabo lo que yo jamás puedo culminar.

- Vengo a decirte que estás equivocada.

- No puedo estarlo. Tú has escrito los cuentos más bellos del mundo y yo siento que debo escribirlos, pero los empiezo y no puedo terminarlos. Entonces es cuando pienso en ti una y otra vez. Te he necesitado siempre para que me ayudes a saber cómo hacerlo.

- ¿Quieres saber cómo terminarlos o quieres saber por qué no puedes concluirlos?

- Quiero ser igual que tú, quiero ser tú. Y quiero que compartas para siempre mi vida.

- Dos deseos que, aunque lo ignores, ya has logrado.

- No, yo nunca puedo terminar las cosas. Me puse cuatro veces un vestido como el que llevo hoy y no pude casarme ninguna de las cuatro, eso ya lo sabes. En las cuatro ocasiones, pudo más el miedo que yo misma.


- Tienes razón, Victoria, pudo más el miedo, pero no el que supones, el miedo a una vida desconocida, sino el temor a que te hicieran perder lo que más amas: tu fantasía.

- No tengo fantasía si no puedo terminar mis cuentos.

- Deja que ellos decidan si quieren terminar y cuándo quieren hacerlo. Quizás lo hagan ahora que has llegado al lugar perfecto para escribirlos.

- ¿Te refieres a Mhanseon? No creo que eso sea cierto, ni siquiera sé por qué estoy aquí.

- Sí lo sabes, lo sabes porque conoces bien a los protagonistas de mis cuentos. ¿Quiénes dirías que son los personajes que habitan mis historias?

- Sé que, sin ti, nunca habrían sido creados, no habrían llegado jamás a ser.

- ¿Y qué es Mhanseon, sino el lugar que alberga a quienes nunca pudieron ser? Ellos necesitan de tu fantasía, de esa misma fantasía que te salvó de atarte a vidas equivocadas.


En ese instante, un caballo blanco pasó al galope cerca de ellos.


- Es Liam Walls –informó Victoria. Corre sin cesar, y no sabemos si quiere huir o está buscando algo que él mismo ignora en qué consiste, pero así pasa las noches; se convierte en caballo y galopa frenéticamente hasta que amanece.

- Una buena historia para un cuento –adujo su acompañante.

- Un principio…, nada más que un principio –respondió ella con tristeza.

- Victoria, tengo que marcharme –concluyó el hombre.

- No, aún no, por favor. Puedo enseñarte muchas más cosas de este jardín, de esta casa. Puedes ver que Louise Svensson se transforma en una rosa que no quiere ser cortada, una flor hermosísima que se sumerge en la tierra si te acercas a ella. O el reflejo fugitivo en que se convierte, de noche, Benjamin Cooper, la luz que nunca quiso brillar. O la canción de seda de Akane, que abriga a los que tienen frío en el alma. Incluso en esta noche, que es clara, podemos encontrarnos con Morrigan y escuchar su llamada.

- Este es tu mundo, únicamente tuyo. Sólo tú puedes verlo y contarlo.

- Y mañana vendrá mi pequeña Andrea, mi hija. Va a traerla mi madre y me ilusionaba que le contaras historias. Creía que te quedarías conmigo para siempre, que tenía sentido venir vestida de novia a tu encuentro.

- Tiene mucho más sentido que ahora mires a tu alrededor, en lugar de al pasado. NClarín y Port valoran la fantasía, a ellos les fascina tu imaginación tanto como tú. No quieren privarte de ella como los anteriores.

- ¿Y a ti, volveré a verte?

- Aunque no siempre puedas encontrarme, soy otro habitante de Mhanseon. Igual que Liam, Benjamin o Louise, puedo estar bajo otras formas, pero siempre estaré cerca de ti.  Y sí, volverás a verme, más adelante, como ahora, como siempre me has imaginado.



El hombre se puso en pie y comenzó a caminar. Mientras lo veía alejarse, Victoria pensaba en un cuento cuya protagonista se vestía de novia para salir a pasear bajo la lluvia. 

Hans Christian Andersen desapareció de su vista. A lo lejos, podía escucharse la hipnótica llamada de Morrigan.

Luisa Grajalva

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