Atrapada en un lugar del espacio-tiempo indeterminado, la mansión —cuyos habitantes no pueden abandonarla pues han sido seducidos por ella —, puede despertar en cualquier lugar o época de un modo imprecedible. Eso lo decide la pluma del escritor o escritora que se aloje en Mhanseon. Pero… ¿quién vive en la mansión? Pasa y lo comprobarás.

7 de abril de 2012

Hilos en la niebla III por Carmen Fabre



-¡¡Será si yo lo permito!!

Después de decir esas palabras Louise se marchó del salón sin  permitir, si quiera, una contestación por parte de Benjamin o mía. Su modo de actuar se iba convirtiendo en  una costumbre que no lograba asimilar ni entender.

-Ya hablaré yo con ella-dijo Benjamin-  déjelo de mi cuenta, Carmen.

-¿Pero qué le he hecho yo ¿ ¿Por qué me odia de esa manera? A otros de mis compañeros, sé que les trata de modo diferente, les he oído contar sus encuentros con ella… no lo acabo de comprender. Más que preguntas a Benjamin eran reflexiones que yo me hacía, sin esperar contestación.

-Ya le he dicho que no se preocupe, es todo más complejo de lo que parece, Carmen.

Benjamin, movió su silla de ruedas hacia una escribanía que había al fondo del salón. Tenía en su mano una llave  dorada, pequeña y con unas filigranas extrañas, diferentes y muy peculiares. Abrió uno de los cajoncitos y extrajo un sobre amarillento, pero no viejo. Si los objetos inanimados pudiera tener edad vital, yo diría que era joven a pesar de no  parecerlo .En la solapa tenía un sello de lacre rojo, era un círculo con una M en el centro.


-Toma éste sobre y, cuando hayas descansado un poco, vas al pueblo, ahora estás agotada. Busca una librería,  Mushroom Pillow, su dueño se llama Rafael, le entregas el sobre de parte de Akane.

-¿De Akane? ¿Por qué de Akane?- dije yo.

-Así lo abrirá.

Desconcertada cogí el sobre, no hice más preguntas  y subí a mi cuarto. Me eché sobre la cama mientras notaba la mirada de Morrigan; en su boca me pareció que se dibujaba una sonrisa cómplice.

Debí quedarme dormida casi al instante y me sumergí en un sueño extraño. Me encontraba rodeada de libros, libros viejos, libros nuevos, caros, baratos, en mesas, en sillas, desordenados, alineados , organizados por colores o por tamaños... y en el centro de todos ellos un personaje alto, con ojos de ratón , un guardapolvo gris y un libro grande , tanto como él, en el que iba anotando los nombres de los autores de los libros , a continuación y con un ritmo pautado éstos se introducían dentro de sus textos…y comenzaban a leer poemas, diálogos, descripciones…el tumulto era tal que me desperté sobresaltada, sentándome en la cama como si hubieran activado en mí un resorte.

No sabía bien qué hora era, pero por la luz que entraba debía ser media tarde. Bajé al comedor, al descender por las escaleras escuché unas voces, estaba a punto de subir otra vez hacia mi cuarto cuando una de esas voces dijo:

-Hola, ¿quién eres?

Miré y vi a una chica joven de unos treinta y pocos años, morena, pelo corto  con un flequillo desigual y una sonrisa encantadora.

-Buenas tardes, me llamo Carmen.

-Yo soy Laura. ¿Quieres chocolate, Carmen? He descubierto una caja de bombones belgas riquísimos. Ven siéntate conmigo, estoy aburrida, no sé qué hacer, mi novela se ha atascado en …”y entonces, envuelto en la bruma…”

-Gracias, pero tengo que ir al pueblo, debo hacer algo allí.

-¿Al pueblo? Te acompaño, espera que me quito los tacones y bajo con algo más apropiado.

Sin darme tiempo a decir nada más, Laura subió como una centella escaleras arriba. A los pocos minutos estábamos saliendo de Mhanseon.

En el camino hacia el pueblo Laura y yo comentamos cómo y por qué habíamos llegado a Mahnseon. No hablé mucho de mi verdadero motivo, ni del objetivo que me había propuesto conseguir, todavía no era capaz de confiar en los demás, lo vivido en los últimos años hacía que siguiese actuando con cierta prevención, todavía no estaba recuperada.

-¿Qué vas a hacer en el pueblo?-dijo Laura.

-Voy a la librería. Tengo un encargo.

-¿Un libro?

-No exactamente…

-Bueno si no quieres contármelo, vale, no pasa nada.

Miré a Laura detenidamente y, al cabo de unos minutos, me decidí a relatarle todo lo que me había ocurrido en los días que llevaba en Mhanseon.

-¡Caray! No he tenido relación con Louise, pero ha tenido que ser bastante desagradable, aunque conociendo su historia puede entenderse. De cualquier forma no comprendo su comportamiento contigo, sin ir más lejos, con Luna no ha actuado así.

-Ya-dije con un tono de tristeza-ya lo sé.

-Bueno, no importa, ya me considero amiga tuya y te voy a ayudar en lo que pueda.

Sonreí, hacía mucho tiempo que nadie se ofrecía desinteresadamente a ayudarme… noté la sensación de que el peso que llevaba en el alma iba aligerándose, era agradable.

Después, Laura comenzó a contarme algo de su historia, de su vida. También existían claroscuros, también había dolor que ella intentaba sublimar adoptando, por propia convicción, una actitud risueña  y alegre, sincera pero que le costaba; era un trabajo impuesto por ella misma como terapia. De alguna manera necesitaba Mhanseon, tanto como yo; no eran unas simple vacaciones, también, para ella, era algo más.

Llegamos al pueblo y preguntamos por la librería. La gente nos miraba con cierta desconfianza y cuchicheaba a nuestro paso. Un niño nos dijo donde estaba, en una calle algo alejada de la principal.

Las letras que dibujaban su nombre MUSHROOM PILLOW eran de madera, labradas, cinceladas cada una con dibujos llenos de fantasía y de magia: brujas, gnomos, ondinas, hongos animados, hadas...

Al entrar una campanilla repiqueteó. El ambiente era acogedor, rezumaba tranquilidad y sosiego. Las paredes estaban llenas de estantes con libros colocados en aparente desorden pero que, seguro, tendría un sentido, el que fuera. Al fondo y en huecos de los laterales pequeños veladores y butacas forradas de terciopelo verde musgo y rojo vino invitaban a sentarse y leer… un aroma a café impregnaba todo.

Un hombre joven con una sonrisa dulce se dirigió hacia nosotras. Tenía  aspecto agradable; en su cuerpo y no sé por qué, se adivinaba una agilidad y elasticidad naturales. Los ojos asomaban curiosos por encima de unas gafas de pasta negra. Se cubría la cabeza con una gorra negra calada que le daba un toque peculiar y muy personal. Su fusión con el local era perfecta.

-¿Qué desean señoritas? Aunque solo con gozar de su presencia, es suficiente- dijo cordialmente.

Laura se sonrió y yo le miré con cierto reparo.

-¡Uy, qué amable!-dijo Laura colocándose el flequillo con un gesto de lo más elegante.

-Es mi amiga Carmen la que tiene un encargo para ti, yo, mientras, me voy a dar una vuelta.

Se giró y comenzó a curiosear en unos estantes en los que se alineaban libros de Poesía y Magia que estaban asombrosamente ¿o no? Ubicados en la misma sección.

-Usted dirá, Carmen.

-Vengo de Mhanseon...

Sin dejarme acabar dijo:

-¿De la casa? ¿Sabe si ha llegado Weird Lady?

-No tengo ni idea, además no sé quién es. Vengo a darle un sobre.

-¿Un sobre? ¿A mí? ¿De quién?

-Es de parte de Akane.

-¿De Akane? –dijo Rafael entre sorprendido y emocionado-Traiga, démelo, por favor.

Casi me lo quitó de las manos .En ese momento vi venir a Laura por el pasillo central de la librería con una chica de rasgos orientales que dijo:

-¿De mi parte? Eso es imposible…

Carmen Fabre

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